Vivaldi en la Pietà

Cor de cambra femení Scherzo
Orquestra Barroca Catalana

Jordi Casas Bayer, direcció

Tre Salmi
In exitu Israel, RV 604
Laudate Dominum, RV 606
Laetatus sum, RV 607

Sonata al Santo Sepolcro, RV 130
Kyrie en sol menor
Adagio – Allegro – Adagio Allegro

Credo en mi menor, RV 591
Credo
Et incarnatus est
Cruxifixus
Et resurexit

Gloria en Re major, RV 589
Gloria in excelsis Deo
Et in terra pax hominibus
Laudamus te
Gratias agimus tibi
Propter magnam gloriam
Domine Deus
Domine Fili Unigenite
Domine Deus, Agnus Dei
Qui tollis peccata mundi
Qui sedes ad dexteram Patris
Quoniam tu solus sanctus
Cum Sancto Spiritu

VIVALDI EN LA PIETÀ

A principios del siglo XVIII, cuando Vivaldi empezaba su carrera musical, Venecia había perdido su gran potencial económico, pero aún era un centro de atracción para los visitantes que hacían el «grand tour» de Europa, gracias a su especial ubicación, arquitectura, pero, sobre todo, por su cultura y, en especial, por la pintura y la música.

Dentro del ámbito musical, uno de los atractivos más especiales que se podían encontrar en Venecia en ese tempo era la música que se ofrecía en los «ospedali», instituciones a medio camino entre los orfanatos y los conservatorios, subvencionados por el dinero de la República, y donde las interpretaciones corrían a cargo de sus alumnos y por tanto, los conjuntos estaban formados exclusivamente por mujeres (las «figlie di choro») tanto en el apartado vocal como en el apartado instrumental. Uno de los cuatro «ospedali» venecianos, quizás el más conocido, era el llamado «della Pietà», al cual entre los años 1703 i 1740 estuvo vinculado el compositor Antonio Lucio Vivaldi como profesor de violín y como «maestro di choro».

Normas estrictas prohibían el acceso del personal masculino en estos centros, por razones de orden moral, siendo la única excepción la persona del «maestro di choro». La palabra «choro» en esa época abastaba todo el conjunto, tanto de las voces que cantaban como de los instrumentos que las acompañaban. Un testimonio ruso de ese tiempo, Petr Andreevich Tolstago, escribe en 1698 que «no se podía encontrar un canto tan dulce y harmonioso en todo el mundo y que por este motivo gente de todas partes venían a Venecia con el deseo de refrescarse con sus cantos angelicales…».

Sorprende, por tanto, constatar que mientras que en toda la Iglesia la música litúrgica era producida por conjuntos integrados en su totalidad por elementos masculinos (niños, castrados, falsetes, etc…), en estos lugares venecianos las músicas sonasen en versión exclusivamente femenina. Consta en un documento de 1707 el detalle de la disposición del conjunto del «choro» de La Pietà, especificando que las 29 chicas estaban repartidas así: 5 soprani, 4 contralti, 3 tenori i 1 basso, minetras que las 16 instrumentistas eran: 5 violini, 4 altos, 2 violette, 1 contrabasso, 1 tiorba i 3 organistas.

La presencia exclusiva de voces femeninas en el coro obligaba, seguramente, a que las voces de tenor y de bajo fuesen cantadas a una octava más alta de la que la que estaba escrita, comportando este cambio unas pequeñas variaciones, ciertamente curiosas, en los contornos melódicos de las obras, pero la presencia de los instrumentos graves en la orquesta garantizaban la «corrección harmónica» del conjunto. No debían de encontrar nada de extraño los asistentes a las ceremonias cuando los numerosos cronistas de la época, muchos de ellos músicos, están de acuerdo en exaltar la extrema belleza y ninguno no da noticia de ninguna infracción musical.

Es con este propósito, pues, el de reencontrar este sonido luminoso y especial que proporciona la polifonía a las voces femeninas, que presentamos este programa, contando con la presencia del Cor de Cambra Femení Scherzo y la Orquestra Barroca Catalana, con instrumentos históricos, como un intento de aproximarnos a una sonoridad más cercana a la original.